sábado, 30 de agosto de 2008

HUGO CHÁVEZ, EL "INDONAZI"

La dictadura es una sigilosa e implacable planta que va arraigando poco a poco. Primero da frutos, los justos para quitar el hambre que uno ha pasado. Después, a medida que el tronco va creciendo, las ramas van dando más y más sombra, y cada vez te llega menos luz. Las raíces, por debajo de tus pies se van haciendo más y más fuertes hasta que llega el momento en que terminan por levantarlo todo y dejarte sin nada.

El gran comandante bolivariano, en su enésimo insulto a un pueblo oprimido y empobrecido por sus propios líderes, ha terminado por tocar el último tema que, como buen cruel dictador y amante de la abolición de libertades le quedaba: la raza.

No comentaré mucho más de este vergonzoso vídeo que habla por sí solo, pero me repugna que en pleno siglo XXI, un personaje de la talla de este impresentable pretenda denominar a un lugar en función de su raza predominante. En una provocación constante, su nuevo plan consiste en implantar el nombre de Indoamérica porque, claro, valiente fascista, ese nombre engloba a blancos, negros e indios y todas las culturas de aquel formidable continente.

Aparte de todo, su notable fanatismo no le deja ver que, precisamente, ese nombre tan propio de "indio", tan suyo, se debe a un error de perspectiva de Cristóbal Colón, que en su día creyó convencido que había llegado a la India. Vaya, que no es tan ancestral ni étnico de América eso de ser indio. Pero esto es lo de menos vistos los aires de Führer que se estilan en Miraflores.

Déjese de patochadas estúpidas, discriminatorias y excluyentes y dedíquese a salvar los muebles de un país que, vilipendiado, engañado y encadenado por su propio gobierno, comprueba con pena como va cayendo hacia el abismo. Mientras tanto, los habitantes de Rubieuropa y de Amarillasia seguiremos con nuestros nombres de siempre, rezando para que no nos gobierne, nunca, nadie como este dictador indecente.

jueves, 28 de agosto de 2008

LOS RUSOS TAMBIEN JUEGAN AL RISK

Aunque no acabe de comprender bien la interminable manía persecutoria que siempre ha padecido Rusia -incluso bajo los nombres de Imperio Ruso y de URSS-, creo que en estos últimos tiempos no está actuando de manera muy diferente a como lo haría una nación fuerte y orgullosa.

Aunque me alinee absolutamente en contra de los medios internos de Putin y Medvedev, sus maneras de llegar al Kremlin, su brutal represión policial y sus maneras de acabar con toda oposición militar civil, religiosa o laica, es de reconocer que está respondiendo a Occidente (USA) con la misma moneda que ha estado recibiendo últimamente, que no ha cometido nada más aberrante que lo que ha visto hacer en estos tiempos pasados.
Los medios europeos y americanos comentan que Rusia tiende a la Guerra Fría, que se ha dado cuenta de su potencial (como si lo hubieran olvidado en algún momento) y que no deja de provocar a Occidente lanzando misiles y reconociendo países que, históricamnte, han sido comarcas. ¿No será que se nos plantea el tema de una manera excesivamente subjetiva?

La ONU, al reconocer la independencia de Kosovo y dejarlo en manos de antiguos terroristas y extorsionadores, también jugó a provocar a Serbia y, por ende, a Rusia, pero entonces se hablaba de un pueblo históricamente reprimido por los serbios tiranos.
Hoy, cuando Rusia ha decidido tener sus peones en el gran tablero del petróleo y el gas, y ha reconocido como independientes a Osetia del Sur y Abjasia (países que a mí me merecen el mismo respeto que Kosovo, es decir, ninguno), resulta que es una provocación a todo el "Mundo Libre".
Ojalá esto no llegue a más e, insisto, sigan prevaleciendo, al menos en mi país, los valores de EEUU y Europa antes que los de China o Rusia, pero lo que se nos ha puesto delante de los ojos no puede ser un perro si, claramente, estamos viendo un gato. Si los occidentales no somos tontos... ¿por qué habrían de serlo los demás? ¿Acaso no juegan al Risk?

lunes, 25 de agosto de 2008

LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ (o cómo perder unos JJOO)

El sábado noche, en un conocido bar de Malasaña, barrio "alternativo" de Madrid, pude ver cómo se amontonaban montones de chapas "Free Tibet" esperando inútilmente ser vendidas. Probablemente, aquella era su última oportunidad antes de ser olvidadas para siempre en un oscuro cajón. Ya no se venden más, ya no están de moda

El desacierto del COI al elegir Pekín como sede de los JJOO de 2008 ha sido uno de los grandes infortunios de la historia deportiva reciente. Jamás he abogado por boicotear este evento, decidido así hace casi diez años, pero está claro que el "oportunismo de conciencias", formado por aquellos que se acogen a las causas más justas que estén de moda en ese momento, ha sacado gran partido de ello.
Han sonado con fuerza las voces de unos cuantos que aprovechan, como pueden, estos breves momentos para aleccionarnos a los demás, a los que no llevamos chapitas ni pegatinas, acerca de cómo debería pensar alguien cívico, progresista y de mentalidad abierta en tiempo y espacio. Muchos de ellos se han enterado este mismo año de "qué era eso del Tíbet".

Lo de verdad alarmante, aparte de las simples anécdotas de los "progres de pegatina y chapa", es el silencio abrumador de un Comité Olímpico Internacional en una ceremonia como la de clausura , cuando la única conclusión que expresa es le de que "han sido unos juegos formidables". ¿Representa China los valores de un mundo mejor y más justo? ¿Representa acaso el anhelo de igualdad y transparencia de los valores olímpicos?

El llamado "mundo libre" ha dado su enésimo patinazo al no saber condenar, aun de la manera más sutil y resbaladiza, muchas de las actitudes que aún mantiene China respecto a sus ciudadanos, a sus no ciudadanos y a su propio suelo. La gran oportunidad, ante todo el mundo en la ceremonia de clausura, se dejó pasar para siempre, y China volverá a sus fechorías, pero de nuevo en secreto, sin que nos enteremos muy bien, ahora que ya volveremos la vista a otro lado.
Vale que haya que reírle las gracias y haya que bailarle el agua en un futuro cercano, vale que siga siendo, cada vez con más seguridad, el dragón dormido que atemorizaba al mismo Napoleón, pero, hoy por hoy, Occidente es la cabeza del mundo y ha de velar, qué menos, por los Derechos Humanos y, si se cometió el error de otorgar unos Juegos Olímpicos a una cruel y férrea dictadura, que hubieran salido, al menos, con la cabeza bien alta diciendo las cosas como son y no adoptando la táctica del avestruz, esto es, escondiendo la cabeza de puro miedo.

domingo, 3 de agosto de 2008

EL CANDIDATO MULATO

Parece que la opinión de los medios, garante de la corrección politica y la mesura moral, le quiere restar importancia a que Barack Obama sea negro al 50%. Sin embargo, curiosamente, no hablan de otra cosa cada vez que su nombre salta a la palestra. Se siente que, de puramente correctos, de querer pasar por "modernos", quieren obviar uno de los aspectos más importantes de la campaña pesidencial americana.

Ojalá no fuera así, y la cuestión de la raza fuera insignificante del todo, pero no paran de oírse voces -a menudo más afines al partido demócrata y a la maltrecha izquierda europea- que claman y reclaman lo positivo que sería que EEUU eligiera a su primer presidente negro. ¿Acaso debería ser elegido por eso? ¿Acaso eso no sería, igualmente, un caso de racismo?

Cualquier filósofo progresista hablaría en términos de "racismo positivo", seguro; pero para mí, que escribo en este blog, es racismo: un suceso tan incómodo como inevitable, que no debería existir pero que existe, que sin llegar a alimentar odios ni violencia, nos provoca un inconsciente proceso de segregación entre personas de idéntica condición humana.
Barack Obama y su naturaleza mulata son el gran ingrediente de esta campaña presidencial que a todos parece interesar, máxime después de derrotar en las primarias demócratas a Hillary Clinton, mujer y esposa del ex-presidente Bill Clinton, (morbo por duplicado, triplicado y cuadruplicado). De hecho, es la propia raza de Obama la que le ha hecho conectar con la nutrida población negra de EEUU, por primera vez esperanzada de veras.

Sin embargo, la "raza" de Obama, niño bien de Harvard, de padre rico keniata-niño bien de Harvard y de madre americana, anglosajona y de Kansas está muy alejada de la idea del "afroamericano" de a pie.

La "raza" de los negros del Bronx o de New Orleans, que nada tiene que ver con la de Obama, procede de los descendientes de esclavos traídos de África durante siglos. Ellos han visto cómo la Consitución Americana les ha dado la espalda durante varias generaciones y han estado obligados a a subsitir con lo justo o ni siquiera con eso, a buscarse las habichuelas donde fuera y a ser los grandes necesitados y los grandes olvidados del enclenque estado de bienestar americano.

Ahora, de repente, se ven reflejados en Obama, un joven carismático, televisivo y con grandes promesas y planes para América y la humanidad. Es negro, como ellos, pero viene de otro mundo. Obama, sin embargo, juega con ello, y eso de utilizar la raza para bien para mal no deja de ser, repito, racismo. No sé nada de su capacidad como gobernante, sí de su capacida atractivo-seductora y también de la inoperancia mediática de su rival McCain. Si gana, será el primer presidente no-blanco en la historia de EEUU.

Lo que en verdad me pondría triste es pensar que Obama hubiera ganado o perdido por las cuestiones raciales que todo el mundo parece explotar en esta campaña (incluido él mismo), porque eso sería señal inequívoca de que el odioso racismo (positivo o negativo para los progres, al igual que su discriminación por sexos) sigue latente y patente en occidente.