Aunque para ZP haya sido, como siempre, sacar un conejo de la chistera, tengo que reconocer que estoy de acuerdo casi al completo con la nueva propuesta-globosonda-ocurrencia del gobierno, léase, retrasar la jubilación hasta los 67.
Para analizar esta medida, por mucho que muchos lo intenten, no es imprescindible controlar los entresijos del derecho laboral ni macrocifras como edad umbral de cotización, índice recurrente de prejubilaciones anticipadas o importes íntegros de pagas correspondientes. El análisis se me antoja mucho más sencillo si se aplica la pura lógica.
Hace 30 años, un señor español trabajaba desde los 15 hasta los 65 años. Antes de los 70 años ya había muerto. Desde luego, esta vida no es para tomarla como ejemplo: un sacrificio brutal que, gracias a Dios, ya forma parte del pasado. Sin embargo, cotizando (quien cotizaba) 50 años para asegurarte los últimos 5, daba una solidez enorme al sistema de seguridad social, gracias a lo cual hoy gozamos todavía de pensiones medianamente aceptables.
Un joven nacido en España en los años 80 empieza a trabajar a partir de los 20-23, si es universitario. Trabajará, si todo sigue así, hasta los 65, y vivirá de su pensión hasta los... pongamos, 90 años (seguramente viviremos más, estaremos en 2070). España ya se habrá convertido en un país de viejos donde el 50 % de la población esté jubilada y se dedique a vivir de la pensión durante 25-30 años.
¿Cómo podrán cuadrar las cifras cuando la mitad de la población lleve 30 años cobrando una pensión mientras el 30% está trabajando durante 40? Las cifras cantan y las previsiones no son en absoluto fatalistas. Una pura cuestión matemática.
La solución idónea, pues, parece la de alargar un poco la vida laboral (no se pueden comparar los 65 de hoy con los 65 de hace 30 años) en beneficio de la cotización y del seguro de pensiones, aunque suponga un 5% más de vida activa.
Alargarla 2 años no sólo supone 24 meses más de cotización y de fortalecimiento del fondo, sino que supone también 24 meses menos de pensión a pagar (léase paga sin trabajar). 4 años se ganarían, sucesivamente, a favor del sistema de pensiones.
Sin embargo, lo triste de esta situación es que nuestro gobierno farandulero lo ha sacado como su enésima ocurrencia en este período de deriva y libre albedrío. Una propuesta como ésta, debería haber sido puesta sobre la mesa hace ya bastante tiempo, incluso con el anterior gobierno, el de derechas. Pero entonces no sé qué hubiera podido pasar (me imagino un Mayo del 68 segunda entrega, con barricadas, milicianos y sindicalistas poniendo al país en armas, clamando por el derecho universal del obrero y llamando a la lucha contra el opresivo patrón y el banquero).
Lo triste es también que la clase política, lejos de dar ejemplo, continúe con sus pensiones y sueldos vitalicios en Ayuntamientos, Juntas Autonómicas, Ministerios, Secretarías de Estado y agregados y consejeros varios, y no esté dispuesta a mover un dedo para solucionarlo porque pan no quita pan, y sus pensiones son como los antiguos diezmos que había que pagar a la nobleza. Quizá eliminando a un 90 % de los políticos (de sus sueldos y pensiones de luo vitalicias, se entiende), el problema se solucionaría mucho antes y con mucho menos ruido. Pero, casualidad, sólo para estas cosas es cuando unos políticos azules se ponen de acuerdo con otros verdes, y éstos con otros rojos...
Drink time¡ de Dolores Payás.
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*Dolores Payás* es una escritora, traductora, aventurera y, seguramente,
alguna cosa más, nacida en Barcelona, formada en la UNAM de México, donde
estudió...
Hace 2 años
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