jueves, 3 de abril de 2008

CUENTA TOYO ITO

Cuenta siempre Toyo Ito, maravilloso arquitecto, que nota el mundo especialmente líquido en los últimos tiempos. El paso de la sociedad mecanizada a la sociedad de consumo, y el de ésta a la sociedad de la información se ha desarrollado a un ritmo vertiginoso. En España, mismamente, hay más móviles que personas, y cada vez cuesta más recordar al eremita que no tenga uno (peor para él, ¿verdad?).



Nos pasamos todo el día manejando datos, unos más ciertos que otros, pero siempre anda todo en circulación, como las bolas de nieve bajando la montaña o el meteorito vagando durante siglos por el espacio, con el inevitable riesgo de ser adulterados por el camino.

Curiosamente, cuanta más gente conocemos tecnológicamente, léase agenda del móvil o las "listas de contactos", vamos reduciendo más nuestra lista de amigos físicos. Quizá los que resistan esta criba sean los amigos de verdad, como si esto se tratara de una prueba más de la caprichosa selección natural. Éso es lo que más atrae.

Está de moda la gente que pasa el día hablando por el móvil y no es capaz de saludar por la escalera o de dar las gracias y la gente que navega todo el día en internet y se pasa semanas sin salir de su casa, entre otros uchos casos.

Como muestra, un botón, o un blog. Antes le teníamos prohibido a nuestros familiares y amigos que leyeran nuestro diario bajo ningún concepto. Ahora, nosotros mismos publicamos lo que pensamos en sitios como éste para que los lean todos los desconocidos que puedan (cuantos más, mejor, aumentan nuestro crédito y nuestro ego).

Toyo Ito nos cuenta que ya nada es físico, que todo flota, que se puede sentir pero no tocar ni oler y que, por tanto, un nuevo sentido es el que ha surgido para suplir a los cinco tradicionales. Lo que importa a los nuevos hombres, a fin de cuentas, es tener el lugar apropiado para crear su propio mundo, a saber: banda ancha, wifi, emule, una buena cobertura y petabytes de música y clips de vídeo. No busca nada que le recuerde dónde está realmente porque, aunque no conzca en absoluto su entorno, se considera ciudadano del mundo. Ya no quiere vistas a la Tour Eiffel o caminito a la playa... está todo en el portátil.

A veces no sé si prefiero el sistema cultural e informativo de la Edad Media, tan rudos y provincianos ellos que nunca se creyeron cosmopolitas. Puede que sólo tuvieran tres o cuatro ideas, pero ¡qué claridad, madre mía!, ¡qué claridad!.



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